“Y cuando las palabras no sean suficientes,
que los recuerdos sean los que no nos lleven al olvido”…
Es por ello que deseamos recordar con todo respeto y orgullo a un personaje tan importante como distinguido en México y para el diseño gráfico, como lo fue el artista Vicente Rojo. Hablar un poco de su vida y conocer algo sobre sus obras, puede ser tan sublime como hablar del mismo arte.
Pintor, escultor, editor, diseñador gráfico y uno de los pilares de la gráfica mexicana de la segunda mitad del siglo XX. Nació en Barcelona el 15 de marzo de 1932 y falleció a sus 89 años el 17 de marzo de 2021 debido a problemas cardiacos, en un hospital de la Cuidad de México.
Fue en 1949 cuando llegó a la Ciudad de México reuniéndose con su padre Francisco, miembro del Partido Socialista y exiliado en nuestro país, aproximadamente en 1939. A su llegada, el artista se instaló con su familia en una céntrica colonia de la misma ciudad. Parte de su vida la compartió con mucho amor al lado de su esposa, la poeta Bárbara Jacobs.
En su ciudad natal fue donde aprendió el dibujo, la escultura y cerámica, pero es en México donde estudió pintura y tipografía.
Fueron seis años de estudio formal en La Esmeralda, aquella importante escuela de la plástica mexicana y donde hubo maestros como Frida Khalo, Diego Rivera, Raúl Anguiano, Agustín Lazo y José Chávez Morado.
Reconociendo que, tras vivir años difíciles en España, llegó a México dándole un significado de libertad, en donde encontró su desarrollo de una manera armónica y en su trabajo siempre la compañía de amigos entrañables que le quisieron y le apoyaron, como Federico Álvarez, quien a través de él conoció a Miguel Prieto, el cual lo encaminó en el diseño gráfico y de quien fue asistente desde 1950 a 1956, en la oficina de ediciones del INBA y posteriormente en el suplemento México en la cultura, del diario Novedades y en la Revista de la Universidad de México, donde a su vez, conoció a Fernando Benítez, su segundo gran maestro.
Pero fue a principios de 1953 cuando Miguel Prieto dejó la oficina de ediciones INBA, debido al cambio de sexenio, por lo que el puesto quedó a cargo de Rojo, aunque fue por poco tiempo. La trayectoria del artista también se encontró ligada de forma muy cercana al desarrollo de la imprenta en México. En esos tiempos las imprentas mexicanas no empleaban la técnica del offset por tanto, todos los contenidos debían planearse considerando la imprenta con la cual se iba a trabajar así como la variedad de tipografías que ahí se tenían, pues debían lograr que el diseño fuera atractivo y eficaz, inventando sus propios recursos para lograrlo.
Un año después, Rojo inició su colaboración en la Dirección de Difusión Cultural de la Unam con Jaime García Terrés, realizando actividades muy similares a las que hacía en Inba. Pero fue por ésas mismas fechas cuando se dio momento muy importante en su vida, nos referimos al taller de la Imprenta Madero.
La Librería Madero fue fundada por Tomás Espresate y Eduardo Naval, espacio que se especializaba en importar libros y revistas franceses. Es ahí donde Rojo acudía desde su llegada a México en busca de monografías y biografías sobre pintores. Y fue en ése mismo espacio donde logró relacionarse con sus fundadores que posteriormente lo fueron de la imprenta a la que primero llamaron Talleres Gráficos de Librería Madero, después conocida simplemente como Imprenta Madero, ubicada en ese entonces en la calle Amberes y que, posteriormente se trasladó a la colonia del Valle en Aniceto Ortega.
La Imprenta Madero se convirtió en un espacio de experimentación gráfica para todas las personas involucradas en ésta, entre ellas José Azorín y los hijos de Tomás Espresate. Pero fue en 1954 cuando Rojo inició formalmente su colaboración, asesorando en la selección de familias tipográficas que serían adquiridas y posteriormente con la propuesta de diseños diferentes a los que se utilizaron en la época, es decir, composiciones tipográficas, fotografías de alto contraste, troqueles y barridos de color en las impresiones.
Su relación con escritores de su propia generación, como Carlos Fuentes, Elena Poniatowska, Jorge Ibagüengoitia y algunos más jóvenes, tales como, Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco, fue fundamental para su trabajo en la Imprenta Madero, donde se le encargó la realización de ediciones especiales para sus clientes y amigos, libros experimentales en los que trabajó “con la complicidad anónima de José Emilio Pacheco”, a decir por el mismo pintor.
Su labor en las publicaciones culturales, siguió por varios años, pese a que buscaba retirarse por completo del diseño gráfico, para dedicarse únicamente a la pintura.
Por primera vez expone en 1958 y desde entonces, mostró su obra en numerosas exposiciones tanto individuales como colectivas, donde en éstas últimas se encuentran, el Museo Universitario de Ciencias y Arte en México, 1973; en la Universidad de Texas en Austin, 1978; en el Museo de Arte Moderno en México, 1981 y 1996; en la Biblioteca Nacional en Madrid, 1985; en el Museo de Arte Carrillo Gil en México, 1990; en el Klingspor Museum en Francfort, 1992; en el Museo Casa de la Moneda en Madrid, 1996; en el Museo Nacional Reina Sofía en Madrid, 1997; en la Tecla Sala en Barcelona, 1997; en el Círculo de Bellas Artes, Madrid, 1997 y en el Museo José Luis Cuevas en México, 1998 y 2001 por mencionar algunas.
En 1959 se dio uno de los eventos fundamentales, relacionado también con la Imprenta Madero, sin duda, refiere a la fundación de Ediciones Era. En ése momento, Vicente propuso a José Azorín y a los hijos de Tomás Espresale, la creación de una editorial que pudiera imprimir libros en los ratos en que las máquinas estaban inactivas. Fue Tomás quién pidió que se formara el nombre con las iniciales de sus apellidos: Espresate, Rojo y Azorín.
Rojo mencionaba que fue en Era donde realizó lo que consideraba su obra más personal. En poco tiempo se convirtió en una importante casa editorial en la que publicaron sus libros muchos de los escritores más importantes de la época. Desde 1960, Rojo dio una identidad gráfica a Era, que fue posible a la libertad creativa y al apoyo técnico de quienes trabajaban en la Imprenta Madero.
Vicente Rojo siempre estuvo acompañado de artistas y escritores mexicanos, tales como Francisco Toledo, Carlos Monsiváis, Gabriel García Márquez, por mencionar algunos. Fue considerado pionero en México en la generación de artistas conocidos como “el grupo de la ruptura”, aunque consideró que era más bien de continuidad, siendo todos aquellos quienes no solo desafiaron el arte figurativo, sino a famosos muralistas mexicanos. Renovador de la forma y el color, logró que toda su obra fuera igual al mismo tiempo que diferente.
Aún al reconocer que nunca había extrañado 17 años de vida en España, sabía que, aquellas enseñanzas humanas que tuvo le acompañaron siempre. Fue 14 años después de llegar a México que regresó a Barcelona para estar con su padre, puesto que había regresado y se encontraba enfermo, por lo cual él quería que conociera a sus nietos; es entonces cuando se dio cuenta de que fue en México donde fue muy feliz y tuvo una vida excepcional, como nunca lo imaginó.
A mediados de los años setenta, Rojo comenzó a abandonar paulatinamente el diseño gráfico y la editorial, para dedicarse solamente a la pintura y fue en 1984 cuando renunció también a la dirección artística de la Imprenta Madero (lugar donde había dejado una escuela importante), poniendo así, fin a una época fundamental para el diseño mexicano.
Vicente Rojo trabajaba en un estudio ubicado en la zona de Coyoacán en la ciudad de México, lugar en el cual logró sus obras artísticas, que se componen en decenas de cuadros, esculturas, relieves, dibujos y un sinfín de ilustraciones gráficas para editoriales y prensa escrita mexicana.
Su pintura se divide principalmente en cinco series y las cuales son: “Señales” en la que trabaja básicamente figuras geométricas; “Negaciones” donde surge la intención de que cada cuadro negara al anterior y al que seguiría; “Recuerdos” nacida en su intento por abandonar una infancia difícil, “México bajo la lluvia” creada un día que vio llover en Tonantzintla y “Escenarios” compuesta por miniseries que forman un repaso de sus temas anteriores.
Es difícil referir cuál de sus obras es la más importante o reconocida, pues son un sinfín, sin embargo, podemos mencionar aquella instalada en la Secretaría de Relaciones Exteriores en la Ciudad de México, la cual lleva por nombre “País de Volcanes”.
Y sin duda, quizá la ilustración editorial más famosa de Rojo, fue la realizada para la portada de la primera edición en 1967, Cien Años de Soledad, novela de Gabriel García Márquez, solicitada por él mismo para la editorial argentina Sudamericana y en la cual Rojo escribió la letra ‘e’ al revés en la palabra soledad; considerando entonces que pudo ser realizada de tal manera que solo fuera entendida por aquellos que hubieran conocido o leído dicha novela.
A partir de 1980 comienza a generar una alternación entre la pintura y la escultura. Colaboró en la creación de distintas publicaciones; realizó obras de edición limitada con los poetas Octavio Paz y Álvaro Mutis. Se destacó además en su faceta de diseñador gráfico y en donde hizo diseños para empresas e instituciones como, la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, por dar un ejemplo.
Como editor contribuyó a la calidad de la industria editorial mexicana, creando junto con sus discípulos la más original generación de diseñadores.
Volcanes es una de sus series de esculturas más conocidas. Parte de su obra es compilada en los libros Vicente Rojo, diseño gráfico (1990) y Puntos suspensivos, escenas de un autorretrato (2010).
Siendo un hombre respetado, destacado y reconocido por diversos recibimientos, se mencionan algunos de ellos: el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 1991; Premio México de Diseño en 1991; la Asociación Internacional Icograda le otorgó en 1992 el premio de Excelencia en Diseño Gráfico; fue designado en 1993 Creador Emérito por el Sistema Nacional de Creadores de Arte; Medalla al Mérito en las Bellas Artes en 1994 (España); la UNAM le otorgó en 1998 el doctorado honoris causa; en 2006 el gobierno español le otorgó la Condecoración de la Encomienda de la Orden de Isabel La Católica; el Instituto Nacional de Bellas Artes, le otorgó la Medalla Bellas Artes en 2011; en el año 2012 dentro del marco de la XXIII Feria Nacional del Libro, en León, Gto., le fue otorgado el “Reconocimiento Compromiso con la Cultura”, mientras que en el Festival Internacional Cervantino, le fue otorgada la “Presea FIC” por sus contribuciones a la cultura; en el mismo año le fue otorgada la Medalla “José Guadalupe Posada” en el Museo de Franz Mayer dentro del marco del XII Bienal del Diseño Gráfico y el Gobierno de la Ciudad de México, le otorgó la “Medalla al Mérito Cultural Carlos Monsiváis”, por su destacada trayectoria.
Uno de los más recientes e importantes reconocimientos que tuvo, fue en febrero de 2019 al recibir el Doctorado Honoris Causa por la Universidad Iberoamericana, esto por su trayectoria y contribución a la cultura y las artes. Él se preguntaba por qué y qué es lo que veían en él para otorgárselo, siendo entonces que la diseñadora mexicana Ivonne Lonna, le habló de su significado para la cultura y la Ibero, siendo así un referente de los estudios del diseño gráfico y de la historia del arte de la universidad, además de explicarle que los doctorados no suelen darse a diseñadores, por lo que era importante que lo aceptara. Fue de ésta manera que Vicente Rojo conmovido, recibió el doctorado.
Además, se hizo presente en eventos importantes y reconocidos como, el evento con el entonces Jefe de Gobierno Marcelo Ebrad y distintas personalidades del mundo del arte y la cultura en México, en el año 2012; otro evento fue la inauguración del Museo Kaluz el 22 de octubre del 2020 en la Ciudad de México, por mencionar tan solo algunos.
Entre sus últimos proyectos que trabajó y logró concretar, se encuentra “Juego de letras” y “Apología de la morada”. Siendo el primero, una exposición con 60 obras inéditas de todas las series que hizo a lo largo de su vida, pero en pequeño formato, el cual fue realizado con mucho amor y titulándose Juego de letras, las cuales se encuentran con el promotor Isaac Masri amigo del creador y artista, desde hace 50 años; se espera que sea exhibida en el Museo del Palacio de Bellas Artes, a manera de homenaje póstumo.Así mismo, su médico y amigo Arnoldo Kraus destacó que hace un mes terminó con el pintor, el libro Apología de la morada, sexto título de la serie de apologías que trabajaron en conjunto desde hace ocho años. Apología de la morada fue inspirado en un juguete de su infancia llamado Constructor Moderno y reúne diez ilustraciones.
Y a poco de terminar con éste pequeña semblanza sobre el entrañable ser humano que fue, así como artista, maestro, amigo… Nos encontramos con un encabezado de una nota periodística: La vida permitió a Vicente Rojo terminar su biografía gráfica, la cual nos dan a conocer que ése proyecto editorial siendo el último y el cual sería editado por la Universidad Iberoamericana, fue realizado junto con la diseñadora mexicana y amiga Ivonne Lonna y con la escritora española Sonia Hernández, quienes habían estado trabajando en el desde 2019, puede ser la más grande obra o hasta el más valioso recuerdo en palabras, de lo que significó ser Vicente Rojo, desde aquella perspectiva del ser humano hasta el gran artista gráfico que México y el mundo vio crecer.